Los agoreros tenían razón. Los agoreros, cuando del Sistema Sanitario Público Andaluz (SSPA) se trata, siempre tienen razón. El SSPA no concede nada. El SSPA no avanza si no es a empellones. Prematuramente nos felicitábamos el pasado 19 de abril por el anuncio por parte de la Dirección General de Asistencia Sanitaria, de la asignación de enfermería pediátrica a los menores de 14 años en nuestra comunidad, como condición necesaria para el inicio de la desescalada en pediatría.
La infancia sigue siendo la gran olvidada del SSPA. Y no es porque la teoría sea desconocida para responsables políticos y de gestión que llenan su boca con palabras grandilocuentes como “La salud del futuro se cimenta en la salud infantil”, que quedan huecas cuando no se acompañan de hechos tangibles.
Esta teoría que llena sus discursos, es ignorado de forma activa y arrinconada en un lugar de sus mentes para que el polvo del olvido la cubra lentamente.
Para que esto no ocurra, para que la infancia no siga siendo la gran olvidada del SSPA, la Asociación de Pediatría de Atención Primaria (AndAPap) vuelve a levantar la voz, en un intento de sacudir conciencias y mentes:
La de nuestros políticos, generalmente graníticas e inamovibles, que solo se ven alteradas por la fuerza de los votos y el miedo a perderlos.
La de nuestros gestores, acomodaticias, soportan los más terribles vendavales volviendo tras los mismos a su posición original, en sus respectivos reinos de taifas siguiendo las directrices huecas del SSPA sólo si les conviene y hasta donde les conviene, para no descuadrar sus cuentas económicas (no la de resultados en salud) y siempre amparados en órdenes superiores que nunca se dan por escrito y nadie ha podido leer. Si los profesionales no existen, como en el caso de los pediatras, hay dinero de sobra para contratarlos; pero cuando los profesionales abundan, como en el caso de la enfermería pediátrica, escasean los medios económicos con qué contratarlos.
Los pediatras de Atención Primaria, aún esperamos poder comenzar la desescalada. La infancia, aún espera la desescalada para afrontar la “nueva normalidad”. Mientras no haya Enfermería Pediátrica, no es posible atender de forma adecuada a la infancia en esta nueva normalidad que requiere de mantener circuitos especiales, la distancia espacio-temporal para que la ciudadanía no se agolpe en las salas de espera, un adecuado triaje y un uso más racional de los recursos que escasean, como es el de especialistas en Pediatría.
Si no hay triaje que clasifique a los pacientes de riesgo, la probabilidad de contagios en los centros sanitarios y de retrocesos en lo avanzado, es manifiesta.
Las familias siguen sin poder coger cita directamente para los menores con su enfermera a través de la web o de la aplicación móvil o de salud responde, porque siguen sin tener enfermera. Se obliga a las familias a personarse en los centros sanitarios para conseguir
esas citas o a colapsar los teléfonos de los centros sanitarios, actualmente sobrecargados como consecuencia de la atención telemática que se presta a una gran parte de la población. Eso genera frustración en las familias que llaman y el teléfono comunica; y acuden a los centros frustrados por esa “falta de atención” que da lugar, en no pocas ocasiones a explosiones de violencia verbal (en el mejor de los casos), dirigida a profesionales sanitarios y no sanitarios, ya de por sí sobrepasados y al borde del “burnout”.
Sin enfermeras asignadas es imposible llevar a cabo los programas de atención a la salud infantil o a la cronicidad, que han estado aparcados durante el estado de alarma y siguen estándolo como consecuencia de la falta de profesionales de enfermería que los lleven a cabo.
Si los especialistas en Pediatría son presionados para que lleven a cabo labores que no les competen y para las que hay profesionales sanitarios más cualificados y que buscan trabajo, se produce un despilfarro insostenible en un sistema sanitario que ya hacía aguas antes de la pandemia por SARS-Cov2.
No es suficiente hacer planes de desescalada. Deben difundirse y deben ser implementados en todas y cada una de las zonas básicas de Andalucía y llegar a toda la infancia. No nos basta ya con las palabras ni la buena voluntad. AndAPap, cuya primera finalidad como asociación, según consta en sus estatutos, es “buscar el máximo estado de salud del niño y adolescente”, exige hechos.