Los médicos de Atención Primaria No podemos más

El miércoles 13 de octubre en Málaga varias organizaciones médicas,- Sindicato, Colegio profesional y Basta Ya-, vamos a contar la perspectiva del médico de AP, lo que llevamos sufrido y aguantado desde hace décadas, lo que la pandemia ha empeorado y  puesto más en evidencia de una forma brutal. Es el momento ineludible de cambiarlo. Para muchos de los médicos que queremos ayudar y hacer bien nuestro trabajo, la situación que vivimos es una pesadilla continua.

Hay políticos y gestores de toda ideología que son sordos, o no lo entienden  o no lo quieren escuchar. No lo solucionan o no lo han solucionado  cuando han podido hacerlo. Solucionarlo supone en primer lugar más presupuesto para la Atención Primaria, es decir, quitarlo de otras partidas menos necesarias (ahí está el problema). En segundo lugar hay muchas cosas que cambiar de la organización y funcionamiento del SAS que ahora está centrado en el Hospital  como único paradigma de excelencia médica, y en el médico de primaria como puerta de acceso al sistema, hacedor de recetas y solucionador de todo lo que el resto de categorías y niveles asistenciales no hace o no quiere hacer. Las soluciones no pueden demorarse más.

Algunos políticos, individuos, partidos y organizaciones, demasiados, están haciendo campañas de difamación de la Atención Primaria,  algunas  centradas en los médicos. Nos aplauden y agradecen que les hemos salvado sus vidas y cuidado de su salud. Lo hemos hecho incluso a costa de las nuestras, con un sobreesfuerzo brutal y muy prolongado en el tiempo, y casi siempre con medios precarios. Lo seguimos haciendo. Pero al tiempo están envenenando contra los médicos, diciendo que no queremos atender a los pacientes porque somos unos vagos o porque tenemos miedo al covid, y ello a pesar de que todos saben que  hemos trabajado sin apenas descanso y nos hemos enfrentado al covid sin protección adecuada durante mucho tiempo, aun cuando estábamos en nuestro derecho de negarnos a hacerlo. No duden que aquellos que mienten intentan “sacar tajada” de una forma que por sus méritos propios jamás la conseguirían. Hay muchas luchas de poder que no permiten que se avance y hacen mucho daño.

Hay  una parte de la ciudadanía que actúa de forma caprichosa, poco responsable o simplemente no son conscientes del daño que causan cuando están usando mal el sistema sanitario y las consultas médicas. Los  médicos no podemos ni debemos seguir atendiendo lo que no es de nuestra competencia o no está en la cartera de servicios. Esto es un cáncer para el sistema sanitario público que nos desgasta y nos sobrecarga innecesariamente. Los grandes perjudicados son aquellos que de verdad necesitan que se les atienda, la ciudadanía responsable que está colaborando e incluso perdiendo oportunidades de ser atendidos, y los profesionales que estamos desbordados y frustrados por ello.

Además estamos bajo la influencia permanente  de algunos que tienen poderosos intereses económicos en la salud y en el tratamiento de la enfermedad y que están mercantilizando y medicalizando la salud induciendo a un consumo excesivo de servicios sanitarios y tratamientos sin evidencia alguna. Se demanda hacer muchas pruebas diagnósticas para descartar todos los posibles diagnósticos y que todo se trate con fármacos o interviniendo médicamente como si ello fuera la solución más idónea; cuando la mayoría de los procesos afortunadamente sólo precisan identificar qué estamos haciendo que daña a nuestro organismo y dejar de hacerlo, modificar nuestro estilo de vida, sustituir nuestras conductas por otras que sean saludables. En ocasiones necesitaremos la ayuda de fármacos o intervenciones técnicas, pero no en tantas como nos inducen a creer. De todo esto los que más entendemos somos los médicos de primaria. Una de nuestras funciones es discriminar la paja de lo importante, y eso lo hacemos como nadie porque nos hemos formado específicamente para ello, además de para saber resolver hasta un 90% de las enfermedades, podríamos hacerlo si  nos dieran acceso a los medios para ello. A esos intereses económicos no les interesa que los médicos de primaria tengamos tiempo y medios diagnósticos para hacer bien nuestro trabajo, tampoco que la Atención Primaria funcione bien, ni que lleguemos a toda la población. Esos necesitan lo específico de lo hospitalario, empezar la casa por el tejado, para crecer y ganar dinero. Si los sistemas sanitarios públicos no solucionan este grave problema, somos títeres del marketing de algunos al tiempo que estamos derrochando el dinero público sin proporcionar a la población más salud; todo lo contrario, porque intervenir con técnicas y fármacos cuando no debemos causa más enfermedad y muerte. Es lo que llamamos iatrogenia.

Hay médicos de Atención Primaria que están rotos, que no luchan por cambiar esto (indefensión aprendida: creen que es imposible cambiarlo), que han buscado otras adaptaciones a la insostenible situación que soportan desde hace años. Algunos se han abandonado ante la impotencia de no poder atender a los pacientes con  ciencia (pocos), otros son técnicamente correctos pero lo hacen con una prisa que deshumaniza en menor o mayor grado la relación (la despersonalización es la fase más grave del burnout: el médico quemado). Otros huyen a otras CCAA o países (a miles), a los hospitales (donde pagan mejor y la sobrecarga es menor), muchos están en la sanidad privada. Los que han llegado a la desesperanza total han colgado la bata (para quien no lo entienda, eso significa dejar la Medicina) o están pensando en hacerlo.

En Basta Ya estamos muchos de los médicos que no nos resignamos con la situación, que queremos ayudar a cambiarla, que queremos hacer nuestro trabajo bien, para lo cual reclamamos tiempo, recursos y condiciones de trabajo dignas. Pedimos además  que cada cual, como individuo, organización o institución,  ocupe con honestidad el lugar que le corresponde en este grave problema y colabore para solucionarlo.

El miércoles 13 en una rueda de prensa queremos contarles cómo estamos viviendo los médicos de primaria esta situación de la mano de las organizaciones médicas de Málaga que nos acompañarán. Nos estamos quedando sin médicos,  sin médicos no habrá sanidad pública. Les rogamos que nos escuchen con atención.

Aquellas organizaciones y ciudadanos que quieran y puedan acompañarnos en nuestras reivindicaciones, que ya muchos conocen,  les esperamos a las 11.00h ese mismo día en las puertas de los centros de salud. Allí estaremos durante 10 minutos para clamar por nuestra situación y pedir una mejor Atención Primaria.

Algunas propuestas para la Atención primaria

Hace poco desde nuestra asociación hicimos un balance de la situación actual de la Atención primaria, sobre cómo la pandemia ha desbordado absolutamente nuestra capacidad de atender a la población conservando nuestras funciones y actividades básicas, aunque intentemos todos los día dar la mejor respuesta. Ahí analizamos cómo la generalización sin apenas control de la atención telefónica ha dañado nuestra labor (leer en https://bastayamedicosdeatencionprimariademalaga.wordpress.com/2021/07/29/16-meses-de-consulta-telefonica/ )

Hoy en esta entrada queremos aportar nuestras propuestas con la mejor voluntad de ayudar a solucionar estos graves problemas y con la experiencia y el conocimiento que nos da trabajar en esto cada día.

Las medidas que consideramos fundamentales son:

-La dotación presupuestaria adecuada para atención primaria. La asignación de recursos suficientes para la atención primaria es la base de la garantía de responder a las necesidades de la población a la que atiende. El presupuesto debe aumentar y además distribuirse de forma apropiada en recursos materiales y, sobre todo, humanos, ya que los profesionales de los equipos de atención primaria son su principal valor.

La organización funcional de los centros de salud sobre la base del trabajo en equipo interdisciplinar. La atención a los problemas de salud de los pacientes son responsabilidad de todo el equipo, cada miembro con tareas específicas e interconectadas.

Que cada nivel asistencial (primaria, hospital, salud pública) dé respuesta completa a los problemas derivados de su organización y burocracia, sin que ello repercuta en la Atención Primaria y en nuestra labor, la de los sanitarios.

Seguir leyendo en https://drive.google.com/file/d/1uORU9fqILhYOCXg-I2-iSq6SFcD2rJ9z/view?usp=sharing

La Vocación

Hoy, queridos amigos, voy a hablaros de la vocación: un término que usamos a menudo torticeramente o, en el mejor de los casos, sin saber bien a lo que nos estamos refiriendo. Basta con leer algunos comentarios a mi artículo de anteayer sobre los problemas de médicos y enfermeras en la Sanidad Pública española para darse cuenta de que muchas personas ignoran lo que verdaderamente significa la palabra “vocación”. Confunden “vocación” con “sumisión”, y eso sólo sería posible si nos pagasen un complemento de esclavitud. Pero mejor no dar ideas.

“Vocación” viene del verbo latino <vocare>, que significa LLAMAR. La vocación, así entendida, es una especie de “llamada”. Es como si “alguien” con un micrófono invisible (digamos Dios, los dioses, el destino, las musas, tu familia, tus amigos, tus maestros o el espíritu de tus antepasados) te susurrase en la oreja el deseo de dedicarte a “algo” en la vida, y no necesariamente a “algo” de tipo religioso o altruista. Insisto en esto.

Se puede tener vocación para hacerte sacerdote (oyes la llamada de Dios), o médico (oyes la llamada normalmente de tu padre, que también es médico), o abogado (oyes la llamada normalmente del bufete que te espera), o músico pop (oyes la llamada de los porros), o político (oyes la llamada de tu cuñao concejal), etcétera, etcétera, etcétera.

Perdona la broma anterior, pero quiero que se me entienda bien: la vocación no es más que una llamada inicial para dedicarte algo. Y esa llamada inicial te hace seguir un camino que puede ser luego juzgado por ti como acertado o desacertado: de ahí que tantos sacerdotes cuelguen la sotana. O lo que es peor: que se la remanguen si ven unas faldas.

Vocacional puede ser cualquier oficio o profesión: maestro, médico, enfermera, torero, músico, payaso, campesino, militar, pastor, fontanero, político, pintor, sacerdote, veterinario, monja, albañil, humorista, cantaor de flamenco, etcétera. Camarón, por ejemplo, (¡qué grande el tío!) tenía la vocación flamenca que le metió en la sangre su madre María, gitana cantaora donde las haya. Lo que sucede es que en nuestra tradición judeocristiana hemos acabado por equiparar la vocación como “llamada a cualquier profesión u oficio” (que es la acepción original del término) a la vocación como “llamada de SERVICIO PÚBLICO ALTRUISTA”. Y eso es falso. Insisto: no sólo los curas, los maestros, los militares, las enfermeras y los médicos son vocacionales. Como he dicho, cualquier profesión u oficio lo puede ser. Más aún: todos conocemos a músicos, ganaderos, actores o ebanistas con mucha más vocación en sus respectivos oficios que algunos médicos o sacerdotes en los suyos.

Dicho esto, admitiré pulpo como animal de compañía: convendré con mis lectores que para hacerte médico has de tener una buena dosis de deseo de ayudar a los demás, y una curiosidad casi innata de saber la diferencia entre el páncreas y la próstata, o entre el sexo genético masculino y el sexo genético femenino (que por cierto, según el nuevo Catecismo de Irene Montero es ninguna).

Y admitido pulpo como animal de compañía, reconocido el hecho de que te gustaba de pequeño el funcionamiento del cuerpo humano gracias a la serie de dibujos animados “Érase una vez la vida”, constatado que estudiabas la carrera de medicina para servir al prójimo y no sólo para ganarte la vida (que también), explicaré en estos momentos al lector (por primera y espero que última vez) en qué NO consiste la vocación:

1-Que tengas que desarrollar tu profesión en un país o territorio concreto no forma parte de la vocación. Eso es cosa de misioneros, no de médicos. En todos los sitios del Planeta Tierra hay enfermos que atender, personas que necesitan tus cuidados. La vocación médica y enfermera, sin ningún cargo de conciencia, se puede desarrollar plenamente donde te paguen mejor, donde tengas los contratos más largos, donde te cuiden más, donde no te falten el respeto o donde directamente te salga de los ovarios. Así de sencillo.

2-Que tengas que quedarte en España a toda costa no forma parte de la vocación. Vale el razonamiento anterior, pero añadiré otro: un médico, o un fontanero, o un albañil, no tiene que ser forzosamente un “patriota”. El patriotismo mal entendido (aguantar carretas y carretones para quedarte en España) ni tiene que ver con la vocación ni con Cristo que lo fundó. En todo caso, tiene que ver con el masoquismo.

3-Que tengas que aguantar insultos o bofetadas de los pacientes no forma parte de la vocación. Eso no está en la vocación de médico ni en la de ninguna profesión u oficio que yo conozca, salvo en la de mártir o en la de esclavo.

4-Que tengamos que soportar a jefes y jefecillos con poco más que el graduado escolar no forma parte de la vocación. Eso tampoco lo decía “la voz” que nos “llamaba” desde las alturas. Aguantar a pelagatos indeseables, a comisarios políticos y a ignorantes mediocridades no figura en el “contrato vocacional” de nadie, salvo que seas tertuliano de Telecinco. Qué mala rima, por Dios.

5-Que tengas que soportar un salario no acorde a tus conocimientos y habilidades no forma parte de la vocación. Tener vocación (con v) no significa carecer de bocación (con b), que es la pura necesidad de mantener varias bocas (en mi caso cuatro, contando la mía). Sí, sí. Sé que te parece que ganamos muchísimo para lo poco que hacemos. Pero no hay problema: el plazo de matrícula en la Facultad de Medicina está abierto hasta septiembre. Te esperamos en la profesión.

Y por todo eso que he dicho, escribí mi artículo de anteayer. Por eso mi llamada a que las nuevas generaciones de médicos y enfermeras vocacionales no se queden aquí a soportar lo insoportable: que se larguen adonde les quieran más y les paguen mejor. A la China, si es preciso. Y eso no es invento mío, ni de ahora: ya se han largado 30.000 médicos en los últimos diez años. Repito con letras: treinta mil. Y los que esperan billete.

Estamos en un momento crucial: se están repartiendo los fondos europeos para la reconstrucción del país, y posiblemente todo se irá en ladrillo y en absurdos chiringuitos de cuñaos. Yo lo vengo diciendo desde hace un lustro: para levantar de nuevo la Sanidad Pública ya no sirven las huelgas locales, ni los panfletos, ni las manifestaciones, ni las pancartas, ni los paros testimoniales, ni las concentraciones a las puertas de los Centros cuando agreden a un sanitario, ni los escritos de protesta a los gerentes, ni las reuniones con políticos, ni las plataformas Basta Ya, ni las mareas blancas, ni los Colegios Profesionales. Nada de eso sirve ahora para arreglar lo público. Hay que pasar esa página. Sólo sirven las dimisiones masivas y simultáneas de los cargos intermedios: directores de Centros de Salud, adjuntos de enfermería, supervisores de planta y jefes de servicio. Sólo sirven las dimisiones masivas y simultáneas de los tutores MIR de Primaria y de Hospitales. Y sólo sirve la certeza de que, por muchos médicos y enfermeras que se formen en España, acabarán ejerciendo en otro país donde los traten mejor. Sólo esa espada de Damocles, sólo ese exilio sumado a las masivas jubilaciones y prejubilaciones de la generación del baby-boom, harán que muchos muevan por fin sus culos de sus cómodos asientos de despacho. Porque mientras que los políticos que toman las grandes decisiones y reparten los fondos europeos no entiendan lo que acabo de publicar (e incluso lo sufran en sus carnes y en carnes de sus familiares)… no habrá pañitos calientes que puedan resucitar a la moribunda Sanidad Pública Española.

Yo, me voy. Con la cabeza bien alta, pero me voy.

¿Y tú?

Firmado:

Juan Manuel Jiménez Muñoz.
Médico.

Vámonos

Un prestigioso compañero médico de familia malagueño ha escrito lo que abajo reproducimos. Refleja con dureza y claridad lo que sentimos una mayoría de la profesión debido al trato que recibimos desde hace décadas. Expresa nuestro malestar y desesperación. Ahí va:

VÁMONOS.

Mi amiga Lucía Viela, una médica de familia vocacional, una doctora de lo mejorcito que se despacha en España, una profesional como la copa de un pino a la que conocí en su etapa de residente en Málaga, una joven galleguiña que trabaja ahora en un Centro de Salud de Galicia, escribió el otro día lo siguiente: «Nunca creí que diría esto, pero sigo siendo médica porque tengo que comer». Y yo, que vi cómo Lucía expresaba lo que una mayoría de sanitarios de Primaria hablamos en los pasillos, le prometí un artículo.

Es verdad que, con la que está cayendo, a nadie le importa un bledo lo que los médicos y enfermeras digamos o dejemos de decir. Como todo el mundo sabe, somos unos privilegiados: nos regalaron el título, trabajamos casi siempre bajo techo, tratamos a los pacientes por teléfono y tenemos sueldo fijo. Bueno. Y eso sin contar los supuestos miles de millones que el Gobierno nos regala en productividad. Y cuando digo que a NADIE le importa lo que digamos o dejemos de decir incluyo en ello a nuestros propios jefes autonómicos, a nuestros propios gestores, a nuestro propio Gobierno, a nuestros propios diputados, a nuestros sindicatos dubitativos y a colectivos diversos que, a modo de papelera, nos usaron y nos usan como mano de obra barata para paliar el desastre moral, legal y organizativo, que ha supuesto esta pandemia.

Los aplausos se han convertido en amenazas, en agresiones, en gritos, en altercados en los puntos de urgencia. Negacionistas infectados quieren ahora, a toda leche, los mejores tratamientos y la inmediatez en la PCR. Renunciaron a la vacuna, pero no renuncian al oxígeno, a los corticoides ni a la camita en la UCI. Niñatos superprotegidos por sus papás, tras fiestas y bacanales en Cataluña o Mallorca, saturan a los rastreadores de Primaria, los cuales dedican su escasísimo tiempo a buscar a los contactos de estos tarados mentales. Los administrativos de los Centros de Salud, colapsados como nunca de trabajo, no dan abasto para coger los teléfonos, lo cual interfiere en la accesibilidad del ciudadano a los sanitarios y nos da ante el exterior una falsa imagen de pereza. A los políticos les suda la polla de que cuatro médicos hagan el trabajo de diez, o de que dos enfermeras hagan el trabajo de cinco, por el culo te la hinco. E incluso tenemos a un alcalde importante (el de Sanxenxo, en Galicia) que ha culpado en un pleno municipal a los profesionales de su Centro de Salud por el repunte de la pandemia. Este hijo de la gran bretaña, olvidándose del desmadre turístico de Sanxenxo, de que la población se ha triplicado en verano y de que la plantilla del Centro de Salud está en el esqueleto, dice que “los médicos y las enfermeras no están haciendo su trabajo, y que por eso las tasas de contagio en Sanxenxo son las más altas de Galicia”. Qué cabrón. Digo Sanxenxo. No el alcalde. Y si eso dice el representante electo, qué no dirán los representados en las conversaciones del bar.

Ya es tarde para la Atención Primaria española. Muy tarde. Ni miles de huelgas resucitarían a ese cadáver. Cadáver, sí. Porque sólo a un muerto se le pueden hacer las perrerías que se le vienen haciendo a la Primaria sin que un agudo chillido rompa los tímpanos de alguien; y sólo a un muerto se le puede hendir el bisturí sin anestesia y sin que se escuche un quejido. Aunque, bien es verdad, la Primaria tuvo posibilidad de resucitar en los primeros minutos en que le faltó el oxígeno. ¿Cómo? Muy fácil: con una reanimación cardiopulmonar a base de billetes de 500 euros, de contratos indefinidos, de oposiciones resueltas cada poco tiempo, de traslados ágiles, de sustituciones inmediatas a los jubilados o ausentes, de nuevas tecnologías, de sanciones rápidas a los agresores y de más minutos de consulta para atender a los pacientes como ellos se merecían… y se merecen.

Lo que queda ahora son los restos de un naufragio. Plantillas mermadas, envejecidas, agotadas física y mentalmente tras tres décadas de putadas y dos años de coronavirus. Enfermeras que no pueden más, que necesitan la presencia de otras enfermeras jubiladas para que, como auténticas heroínas, ayuden en la vacunación. Sanitarios con las vacaciones denegadas para que puedan seguir rastreando a las pandillas de juerguistas que van propagando el virus. Sentencias judiciales contradictorias por falta de una legislación unitaria y nacional que permita luchar contra la pandemia. Médicos haciendo de telefonistas-apañadores de papeles: telefonistas para la clínica y para la burocracia. Para lo que se tercie.

El abajo firmante no es nada sospechoso de falta de vocación. Como bien saben quienes me conocen, he hecho casi de todo por la profesión sanitaria de Málaga: he sido residente en el hospital Carlos Haya, médico rural, médico de antiguo ambulatorio, médico de Centro de Salud, tutor de residentes, médico de urgencias pediátricas en el Materno-Infantil, director de dos Centros de Salud, director médico del Distrito Málaga, divulgador sanitario en las redes sociales, etcétera, etcétera, etcétera. Pero ahora, a mis sesenta de edad, al igual que mi joven amiga Lucía Viela, afirmo que sigo siendo médico porque tengo que comer, y que mi máxima ilusión es jubilarme. A esto se ha llegado ya.

Y tú, compañero médico o enfermera que me lees, coge la maleta y vete. Lárgate pronto de aquí. Agarra tu fonendo, tu inglés, tu alemán, tu portugués, tu inigualable expediente académico, tu carísima formación MIR o EIR… y vete. Sube a tu mujer o a tu marido en el avión y llévatelo contigo donde te quieran más. Coge a tu hija, o a tu hijo, y busca lejanas tierras para él: otro colegio, otro idioma, otras gentes. Y no olvides al perro, a tus libros, a tus fotos… Pero deja la bata colgada en el consultorio donde te han amenazado, donde te han grabado con el móvil, donde te han insultado, donde te han pegado, donde te han toreado los pacientes y tus jefes, donde te han humillado, donde te han quitado la razón y la autoridad cuando indudablemente la tenías, donde te han perseguido por los pasillos buscando Trankimazín, donde te han reventado a base de guardias sin pagarte siquiera la comida.

Vete, médico joven. No aguardes más. Esto no tiene remedio. Te lo dice uno que sabe, uno que observa, uno que conoce, uno que estuvo en el pastel. Te lo dicen 35 años de deterioro sanitario galopante.

Vete, enfermera joven. No mires atrás. Olvida a los miles de políticos españoles que, acaso con el graduado escolar como mérito académico, te gobiernan, te mangonean y ganan más salario que tú.

Vete, compañera. Olvida los malos modos en la consulta, los móviles sonando mientras exploras, el insolente tuteo de las adolescentes para exigir una receta, la altanería con que te obligan a dar una baja que no quieres dar, o una derivación que no procede, o una analítica absurda, o un fármaco que no se necesita.

Vete. Aléjate de los millones de derechos que tienen los pacientes y de los millones de deberes que tienes tú. Aléjate de los gestores que responden en tu contra, sistemáticamente, las puñeteras hojas de reclamaciones; de esos hijos de puta que han convertido la asistencia en un infierno de papeleo, de objetivos a cumplir, de burocracia, de ordenadores que fallan, de sustitutos que no llegan, de botones antipánico escondidos bajo las mesas, de agresores reincidentes a los que no hay manera de expulsar.

Vete. No te lo pienses más. Haz lo que ya han hecho decenas de miles de compañeros: desarrollar su vocación de médico o de enfermera donde sepan apreciarlo.

Vete, y mándanos a todos a la mierda. A mí, el primero.

Que nos jodan.

Firmado:

Juan Manuel Jiménez Muñoz.
Médico.

La Atención Primaria es esencial y, paradójicamente, es la que menos recursos tiene

Hace 42 años de la Conferencia Internacional de Alma Ata sobre la Atención Primaria de Salud (APS). Allí 134 países, entre ellos España, suscribieron una declaración que suponía un cambio de paradigma en el concepto de Salud. En ella se aspiraba a la “Salud para Todos en el año 2000” a través de la implantación y desarrollo en los países de una APS con un enfoque integral y que debiera ser la pieza angular de los sistemas de salud. Incluía, entre otras cosas,  la prevención y promoción de la salud, la necesaria participación comunitaria, el reconocimiento de los determinantes de salud y la equidad como resultado indiscutible de una salud que debía llegar a todos  con la suficiente calidad.

40 años más tarde, siguen sin cumplirse los objetivos establecidos.

Las intervenciones sanitarias, también en Andalucía, se han focalizado de manera mayoritaria en atender enfermedades concretas, en aspectos curativos de las enfermedades físicamente evidentes, en lo bio, en lo hospitalario,  en lugar de fortalecer la APS con presupuestos y medios que permitieran una atención más sostenible y con carácter integrador. Mientras, al mismo tiempo, se ha usado a la APS como un saco sin fondo para cubrir todas las deficiencias del sistema sanitario por eso de ser el eslabón cercano y accesible (donde lo sea), su carácter multidisciplinar y la extensa y variada formación de sus profesionales. Esta tendencia se ha puesto de manifiesto con la actual pandemia.

Actualmente la APS está siendo crucial para controlar la pandemia mediante las siguientes actuaciones:

1) La detección precoz y diagnóstico de los casos sospechosos y la toma de decisiones respecto a  los casos graves.

2) El seguimiento y tratamiento de los casos leves.

3) El rastreo de los casos y el aislamiento  de casos y contactos

4) El control de la pandemia en instituciones cerradas, colectivos y residencias.

5) La información, educación sanitaria y la resolución de miles de dudas sobre qué hacer.

6) El apoyo psicológico a pacientes y familias, seguimiento de duelos, y la intervención en las crisis sociales y económicas de individuos y familias.

 7) La vacunación: identificación de personas a vacunar, cita, administración de la vacuna, vacunación en domicilios e instituciones, vacunación a colectivos profesionales, seguimiento postvacunal, información y educación sanitaria sobre las dudas que han ido surgiendo y que siguen apareciendo.

8) Además, mantenemos el seguimiento de las patologías no COVID, las cuales ocupaban antes casi el 100% de nuestro trabajo y que ahora han quedado relegadas en parte por la gravedad de la situación y la falta manifiesta de recursos para la APS. Suponiendo esto una importante merma de la equidad para las clases medias y para las más desfavorecidas y vulnerables que no pueden acceder a la solución de sus problemas pagando una alternativa en la sanidad privada, que, por otra parte, ha crecido exponencialmente.

En 2018, 193 países asistieron a la Conferencia de Astaná. En ella se reiteró la necesidad de aumentar la inversión en la APS y tomar medidas expresamente encaminadas a reforzar la calidad, la equidad y la eficiencia en los sistemas de salud. La Declaración dice, entre otras cosas,  lo siguiente:

 “Estamos convencidos de que el fortalecimiento de la atención primaria de la salud es el enfoque más inclusivo, eficaz y efectivo para la mejora de la salud física y mental de las personas, así como su bienestar social, y que la atención primaria de la salud es la piedra angular de un sistema de salud sostenible para la cobertura sanitaria universal”

Proporcionaremos y asignaremos debidamente recursos humanos y de otro tipo para fortalecer la atención primaria de la salud. Aplaudiremos el liderazgo y ejemplo de los gobiernos que han demostrado apoyar firmemente la atención primaria de la salud”

La atención primaria de la salud será accesible, equitativa, segura, de alta calidad, integral, eficiente, aceptable, asequible, estará disponible y prestará servicios integrados y continuos centrados en la persona y que tienen en cuenta las cuestiones de género. Nos esforzaremos por evitar la fragmentación y garantizar un sistema funcional de derivación entre la atención primaria y otros niveles de atención. Nos beneficiaremos de una atención primaria de la salud sostenible que mejore la resiliencia de los sistemas de salud para prevenir y detectar las enfermedades infecciosas y los brotes y responder a ellos.”

Recomendamos la atenta lectura del documento íntegro en el enlace https://www.who.int/docs/default-source/primary-health/declaration/gcphc-declaration-sp.pdf

En Andalucía, en la situación actual de grave crisis sanitaria, y lo que se avecina a corto y largo plazo de necesidades de salud, debemos plantearnos algunos interrogantes:

¿Cómo está organizado el sistema sanitario público? ¿Seguimos en un modelo hospitalocentrista?

¿Cómo está organizada la APS? ¿Ofrecemos calidad y somos eficaces y eficientes?

¿Qué cartera de servicios debe fortalecer, reorientar e incorporar la APS?

¿Trabajamos en ella de forma multidisciplinar y en equipo? ¿Ha desarrollado la enfermería de familia y pediátrica andaluza todo su potencial o está desaprovechada manteniendo un modelo centrado en el médico y en una enfermería no especializada?

¿Estamos dando una atención integral, podemos practicar la prevención y promoción de salud,  podemos darla con los recursos de que disponemos?

¿Los planes de estudio de las carreras del área de la salud incluyen la APS como eje transversal? ¿Se le da el prestigio académico y social que requiere?

¿Están cuidando a sus profesionales para que queden?  ¿Se nos mantiene con menores sueldos, tiempos de asistencia imposibles, cargas de trabajo inasumibles y faltos de recursos materiales y diagnósticos?

¿Qué importancia tiene la APS para nuestros gobernantes más allá de las palabras emitidas en los discursos y las promesas electorales? ¿Se está haciendo un esfuerzo real por resolver las carencias de la APS andaluza?

La pregunta final es ¿Cuánto estamos invirtiendo de nuestro presupuesto en la APS? ¿Es suficiente?

Los profesionales médicos de la APS no podemos continuar con la presión de la exigencia pasada, presente y futura, y la escasez de recursos que tenemos. Es hora de que en Andalucía entre todos nos planteemos qué APS queremos tener y qué esfuerzo estamos dispuestos a emplear para ello.

Todos somos Carmen

Cuando un médico de familia recibe una notificación de apertura de expediente en lo primero que piensa es en sus pacientes. Es lo que tiene en la cabeza. Dios mío qué he hecho. Luego vienen las noches sin dormir, la revisión de la historia una y otra vez, la angustia, el temor a pasar consulta, el bloqueo.

No estamos exentos de equivocarnos. Primero porque somos humanos y por más esfuerzo, dedicación y horas de estudio, nunca funciona nuestro cerebro al cien por cien, como en todas las profesiones, solo que aquí las consecuencias pueden ser mayores, lo sabemos e intentamos poner en nuestros seis sentidos (el sexto es el sentido común) en lo que hacemos. Segundo porque tenemos a nuestro cargo a casi dos mil pacientes y atendemos a lo largo del año a más de la mitad de ellos, pacientes de todas las edades, con toda la gama de enfermedades de cualquier órgano y aparato, en consulta telefónica, presencial, domiciliaria o urgente, con una diversidad enorme de complejidad y gravedad, por lo que es necesario considerar y procesar simultáneamente una mayor y más variada cantidad de datos a la hora de tomar decisiones clínicas.  Tercero, porque trabajamos en unas condiciones (agendas imposibles, tiempo ridículo por paciente, falta de acceso a pruebas complementarias…) que no son las mejores para minimizar errores.

Cuando un médico de familia conoce que un compañero está siendo investigado por cometer un error médico, la primera reacción es la comprensión, la cercanía, la empatía; la segunda reacción es el temor, cuándo me tocará a mí y la puesta de atención, más de la habitual, para convivir con incertidumbres intrínsecas a nuestra práctica habitual.

Todo esto forma parte de la profesión, puede ocurrir, cuentas con esta posibilidad aunque no quieres vivirla, no es evitable del todo.

Pero  hay otra situación, como la de nuestra compañera en la la que una médico de familia se ve “investigada”, expedientada, en dos ocasiones,  no por su actuación clínica con sus pacientes, ni mucho menos por el trato que reciben (muestran altos niveles de satisfacción), no por incumplimientos de normas u horarios, trabajadora responsable con alta dedicación; sino por motivos “prefabricados” y construidos sobre la falsedad y la invención.  Porque lo molesto es su actitud de crítica o denuncia, su claridad al  analizar la situación de abandono de la atención primaria y el mal funcionamiento del sistema sanitario y por su capacidad de liderazgo. De camino es un “aviso a navegantes”. En un sistema sanitario donde durante décadas se ha venido practicando una política de personal autoritaria donde “deber favores” y mantener el cargo han primado sobre los derechos de los profesionales y sobre la atención a los pacientes, las voces disidentes deben ser acalladas, perseguidas, desprestigiadas.

La reacción producida en esta compañera y en los que la rodeamos, va del dolor a la indignación y a la reafirmación de los principios que nos unen: la defensa de la sanidad pública, la atención primaria y la medicina de familia. Y lejos de silenciar nuestros mensajes, manifestamos nuestro apoyo públicamente y respaldamos su intachable labor profesional.

Los médicos de familia, como trabajadores públicos, debemos estar sometidos a mecanismos de control, cumplir con las leyes y  normas de convivencia social, cumplir con las reglas que rigen  nuestro trabajo cotidiano (horarios, responsabilidades, actividades), cumplir con el Código Deontológico de nuestra profesión pero ante todo cumplir con nuestro papel  social: el de contribuir en la mejora de la salud de la población a la que atendemos y eso conlleva también la crítica constructiva. Seguiremos.

«Volver a la normalidad»en los centros de salud

El Sr. Consejero ha anunciado el inicio de la vuelta a la apertura de las citas presenciales para el médico de Atención Primaria.

Desde que se iniciaron las medidas de control de la pandemia, el paciente no tiene otra forma de acceder a una cita presencial más que de dos formas:

  1. Cogiendo una cita telefónica a la que el paciente accede libremente, sin más cortapisas que la que impone el número de citas que se ofertan (excesivas para el profesional). Ha sido el propio médico el que ha contactado por teléfono con el paciente para valorar si procedía o no resolver el problema mediante una cita presencial. Las líneas de los centros de salud son pocas y han estado colapsadas por la demanda de llamadas, las de los hospitales aún más y son más inaccesibles (en general no tienen o no publicitan cómo informarse de las citas), y enfermería de Atención Primaria oferta muchas menos citas telefónicas que los médicos. Todo esto ha sido el caldo de cultivo perfecto para que se haya cogido cita al médico de Atención Primaria para toda dificultad o problema relacionado con la salud o la asistencia sanitaria. Durante el último año el médico se ha convertido en telefonista, haciendo su propio filtro antes de prestar la atención y, de paso, dando respuesta a todo tipo de consultas sobre la asistencia sanitaria en general, aunque éstas correspondieran a otro nivel asistencial o a otras categorías profesionales.
  2. Accediendo directamente al centro de salud para solicitar atención presencial sin cita. En algunos centros se ha instaurado una consulta de enfermería (llamada de Acogida) para filtrar estas demandas (se designa quien, cómo y cuándo resolverlas), sin embargo en muchos centros esta consulta no existe, lo que vuelve a convertir al médico en la puerta de entrada del centro de salud.

A los médicos de Atención Primaria nos llega lo que es de nuestra competencia y lo que no lo es. Muchas de las consultas que asume el médico en Atención Primaria pueden y deben ser resueltas en las Unidades de Atención al Ciudadano de los centros de salud o del hospital, por los médicos hospitalarios o por enfermería), por no hablar de lo que no procede. La consulta telefónica es reflejo de lo que ya era la presencial, sólo que resulta  más fácil para el paciente esperar la llamada de su médico que tener que dedicar varias horas a acudir a la consulta y esperar para entrar. Cuanto más cómodo resulta, más se usa.

Para el acceso presencial se han instalado dobles circuitos en los centros de salud para separar COVID de NO COVID, y así minimizar el contagio de los pacientes. En unos funcionan bien, en otros no. Aumentar la presencialidad sin que esto esté bien resuelto es un peligro.

Los médicos de Atención Primaria no queremos lo de ahora y tampoco volver a lo de antes. No queremos acceso sin filtro al médico, ni telefónico ni presencial, salvo en situaciones de urgencia clínica real. Menos aún a costa de agendas interminables, con una miseria de minutos por paciente, que no nos permiten disponer de tiempo para realizar el resto de actividades que también nos competen y son necesarias. Llevamos años extenuados y enfermos. Ahora mucho más.

La limitación de la carga de trabajo es URGENTE. La seguridad de todos, (dobles circuitos y evitar las aglomeraciones en las salas), es una premisa irrenunciable. Hay muchas personas con patologías no COVID que siguen sin atenderse adecuadamente como consecuencia de la pandemia, y una cuarta ola perjudicaría gravemente la salud y la atención de todos, COVID y no COVID.

Es indemorable reordenar las tareas por competencias, ajustar las plantillas, revisar los circuitos y poner a cada categoría profesional y a cada nivel asistencial (Primaria, Hospital, Salud Pública y Urgencias) en su justo sitio. Si la vuelta a la normalidad se plantea así, cuenten con la colaboración y el esfuerzo de los médicos de familia y pediatras andaluces. Si el planteamiento sigue siendo lo de antes o lo de ahora, no cuenten con el beneplácito ni con la ausencia de respuesta por nuestra parte.

Andalucía, a 26 de febrero de 2021

La consulta de acogida de enfermería: una estrategia necesaria

Ya desde antes de la pandemia los médicos de familia de Andalucía veníamos quejándonos de nuestra situación hasta llegar a la huelga. Implorábamos una solución a la sobrecarga que sufríamos, el intolerable y peligroso número de pacientes que se nos obligaba a atender cada día, los pocos minutos que nos adjudicaban por consulta, y un sinfín de deficiencias que no parecieron importar a nuestros gobernantes. No se nos oyó. Y muchos huyeron.

Hace ya dos años, en Andalucía se produjo un cambio de gobierno. Este nuevo gobierno prometía cambios a muchos niveles y entre ellos en un pilar tan importante para la sociedad como la sanidad. Teníamos esperanza (por desgracia, tras casi 40 años, ya la habíamos perdido del todo con los anteriores gobernantes). Y en estas, llegó la pandemia.

Entre la multitud de temas que precisan cambios de forma urgente está el papel de la enfermería de los centros de salud en la atención de los pacientes con procesos agudos (y no solo de los crónicos y las emergencias), siempre desde el ámbito de sus competencias profesionales.

La Consejería organizó grupos de trabajo con la participación de médicos y enfermeros y de sus sociedades científicas. El fruto de ellos ha sido la elaboración de una serie de protocolos de apoyo a la labor de enfermería en el abordaje de procesos de salud de baja complejidad.

Añadido a ello, la Consejería ha elaborado una estrategia llamada Consulta de Acogida de Enfermería para evaluar cuándo, cómo y quien atiende a los pacientes que acuden al centro de salud sin cita con un problema de salud. El proceso se inicia cuando un paciente solicita atención inmediata sin cita, si es algo administrativo lo resuelve el profesional administrativo que le atiende al llegar, y si es un problema clínico lo pasa a un enfermero que es el encargado de hacer una primera valoración y decidir si es perentoria la atención en el momento, con o sin la colaboración del médico, o si por el contrario lo adecuado es que le atienda su médico o enfermero de familia habitual con cita en un tiempo que dependerá del estado del paciente.

Este sistema tiene varias ventajas. Descarga al administrativo de tomar la decisión clínica de a quién corresponde atender al paciente, que ante la duda por si acaso casi siempre acababa en el médico. Descarga al médico de labores que le sobrecargan innecesariamente y puede dedicar más tiempo a quien más lo necesita. Permite aprovechar la capacitación de los enfermeros en la atención a problemas poco complejos. Permite filtrar y ordenar la asistencia en función de la gravedad y la necesidad, no del miedo del paciente a tener algo grave sin serlo, o del oportunismo y comodidad de los que se saltan los circuitos establecidos en detrimento de los que sí los cumplen y/o de los que están más necesitados de atención.  El sistema de triaje, evaluar la gravedad,  funciona en los hospitales desde hace años, y lo lleva a cabo enfermería con excelentes resultados. La atención a problemas de salud poco complejos también funciona muy bien en otros países y otras comunidades autónomas.  Poner en funcionamiento todo el ámbito competencial que figura en el grado universitario de enfermería al servicio de la ciudadanía y en aras de mejorar el sistema sanitario en su conjunto es muy deseable y una necesidad.

En resumen: La accesibilidad en Atención Primaria, siendo uno de sus pilares fundamentales, se ha desvirtuado y pervertido a lo largo de los años, confundiendo necesidad de atención sanitaria con “prisas”. Se venía dando prioridad a la atención a la comodidad individual  frente a la necesidad de atención a la población en su conjunto, a los resultados en salud e incluso a los mínimos estándares de calidad profesional. Se venía imponiendo en muchos casos lo que denominamos como “ley de cuidados inversos”, donde una minoría hiperdemandante (y a la vez lo suficientemente preparada para activar los “resortes” adecuados que el sistema le facilita) se impone a las necesidades de salud de las personas más necesitadas, las cuales pueden quedar postergadas y sufrir una merma significativa en la atención.

 Es necesario organizar un nuevo sistema de accesibilidad donde se priorice a quien más lo necesita, y donde el médico deje de ser el primer, y muchas veces único, contacto del paciente con el sistema sanitario (un despilfarro), abriendo el marco de actuación sanitaria allá donde el resto de categorías profesionales tienen su campo de actuación. Con ello conseguiríamos los mejores resultados en salud posibles y aumentar la satisfacción de los pacientes y los profesionales, al tiempo que se agilizaría la respuesta a las necesidades más acuciantes.

Andalucía, a 10 de febrero de 2021

Balance sanitario a mitad de una legislatura

Hace 2 años que el PP y Ciudadanos, apoyados por Vox, llegaron al gobierno andaluz tras una campaña electoral en la que el PP abanderó la defensa de la Atención Primaria y prometió hacer realidad todas y cada una de las reivindicaciones que los médicos de Basta Ya llevábamos tiempo planteando públicamente.

Nombraron consejero a Jesús Aguirre, médico de Atención Primaria  y antiguo integrante de la Plataforma 10 minutos, asociación predecesora de la actual Basta Ya que luchó por la AP entre 2000 y 2007.

En un principio pareció que la intención era dar cumplimiento a sus compromisos, si bien había que reconocer que la situación de partida era muy mala.  Profesionales con una sobrecarga de trabajo enorme, con precariedad en el empleo, con bajos sueldos, con una falta evidente de medios y recursos para hacer bien el trabajo,  y con una proliferación de directivos autoritarios tipo capataces más o menos disimulados dispuestos a tolerar e imponer esas condiciones aprovechándose de la precariedad y de la imposibilidad de muchos de nosotros para poder emigrar huyendo de esas condiciones laborales. La población ha sufrido la falta de acceso a medios diagnósticos adecuados, la atención por profesionales casi siempre exhaustos y con prisas, la falta de camas hospitalarias, unas listas de espera intolerables, instalaciones en muchos casos tercermundistas…

Recuperando el hilo, en Andalucía nombraron un Consejero en principio pro Atención Primaria y éste nombró a un Gerente para el Servicio Andaluz de Salud, Miguel Moreno, que se manifestó de la misma condición y empezó a actuar en consecuencia. Inexplicablemente, o posiblemente debido a lo anterior, duró poco. Fue sustituido por Miguel Ángel Guzmán cuya experiencia como gestor venía de la Sanidad privada y que, a pesar de que mantiene un discurso pro Atención Primaria, no está actuando en ese sentido. Prometió una reforma de la AP para marzo de 2020, luego para septiembre y ha llegado 2021 sin cumplir sus compromisos. La reforma que planteó en marzo se limitaba a algunas medidas organizativas, sin dinero ni plantilla detrás para abordarla en profundidad, y ni siquiera esas medidas se han implantado aún en todos los centros de Andalucía.  

De nuestras reivindicaciones aún no se ha dado cumplimiento a ninguna, algunas parecen estar encaminadas; otras, la mayoría, aún nada; y en algunos temas, debido a la pandemia y a decisiones erróneas, incluso hemos empeorado. Las repasamos brevemente:

  1. No se ha dimensionado la plantilla fija de la Atención Primaria a pesar de la necesidad imperiosa de ello en numerosos puntos de la geografía andaluza. No se ha planteado su ampliación a pesar del agravamiento de la carga de trabajo por la pandemia, los efectos colaterales y de la necesidad de fidelizar a los médicos para que no emigren.
  2. No se ha resuelto la precariedad de la plantilla. Aunque en este tema no seríamos justos si no señaláramos el trabajo realizado hasta ahora en este y en otros temas por la Dirección General de Personal, a cargo de Pilar Bartolomé, si bien aún no se han materializado las resoluciones de las numerosas opes y traslados. En contrapartida, los malos gestores están utilizado los contratos de refuerzo covid, con una duración de sólo 1-2 meses en plena pandemia, (ahora hasta el 30 de abril), para cubrir con ellos plazas vacantes en vez de con interinidades.
  3. No se han democratizado la mayoría de los centros de salud (directores médicos elegidos por y entre los profesionales de los centros) dando respuesta a la necesidad de participación de los profesionales. Del prometido Decreto de cargos intermedios, que iba a publicarse hace más de 1 año y que tenía que dar respuesta a ello, nadie habla. Algunos cargos y gerentes han sido un acierto. Otros no han dado el resultado esperado y a pesar de ello se mantienen, así como muchos directores tóxicos que en su mayoría provienen de la época del PSOE y siguen con el mismo estilo despótico y manipulador de antes. Y así estamos afrontando la pandemia..
  4. No hay el menor avance, ni se nombra, en la necesaria participación ciudadana en la gestión del sistema sanitario público.
  5. Seguimos vetados en la prescripción de pruebas diagnósticas en la mayor parte del territorio andaluz. Nos tratan como a médicos de segunda y enlentecen innecesariamente el acceso de los pacientes al diagnóstico y al tratamiento.
  6. No se ha hecho realidad la tan prometida limitación de las agendas de trabajo de los médicos ni los 10 minutos mínimos por cita. En el último verano se han seguido produciendo abusos indescriptibles y hemos sufrido agendas de hasta 80 y 100 pacientes sin el menor pudor y sin que cesen a los directores de esos centros. Seguimos atendiendo 40-50 pacientes/jornada en muchos centros mientras la población tiene la percepción de que están cerrados o somos inaccesibles. Hemos percibido poco esfuerzo de la administración en desmentir y explicar bien la situación.
  7. El contenido de nuestro trabajo sigue sin ordenarse de forma que el médico de AP atienda sólo lo que es de su competencia. Nos siguen citando trabajo que corresponde a los administrativos, a los enfermeros o al hospital. Hay centros donde enfermería sigue sin triar a los pacientes sin cita a pesar de las instrucciones emitidas para ello, y nadie prioriza el resto salvo para las solicitudes de atención por covid. Muchos centros ni siquiera se han organizado bien para ese tema. Hay un serio problema de gobernanza que impregna el sistema.
  8. La atención telefónica ha agravado ese problema debido a que somos los más accesibles de todo el sistema sanitario gracias al acceso directo a una cita telefónica a través de Salud Responde (app, telefóno o por clicksalud+). La atención presencial en los centros se ha limitado a favor de la telefónica pero mientras no se ha reforzado y organizado suficientemente la obtención de las citas a nivel administrativo ni de Salud Responde.
  9. La consulta telefónica tal y como está planteada se ha convertido en la nueva forma de masificar nuestro trabajo, y con frecuencia está suplantando o retrasando la atención presencial. El teléfono se come nuestro tiempo. Esto produce ineficiencia, ineficacia, frustración y desánimo en los profesionales, daños en la salud de los pacientes, está repercutiendo en todo el sistema sanitario público, y generando el crecimiento y enriquecimiento de la sanidad privada. Nuestras múltiples quejas y las de los ciudadanos están siendo desoídas.
  10. La decisión de no contratar rastreadores tras el confinamiento y hacer recaer esa tarea sobre los médicos y enfermeros de la AP cuando no es de Atención Primaria si no de Salud Pública, supuso el colapso más absoluto de los centros de salud durante el verano y hasta hace muy poco tiempo. Lo hemos pagado en salud y vidas durante la segunda oleada y sorprendentemente el o los responsables de ello aún no han sido cesados.
  11. No hay mejoras en cuanto a la duración de las jornadas de 24 horas, tampoco se habla de ello.
  12. La necesaria formación en horario laboral para mantener nuestra competencia era escasa, pero ahora prácticamente ha desaparecido.
  13.  Las mejoras salariales sólo han repercutido en la hora de guardia y en la exclusividad, complemento del que se han beneficiado sólo los que trabajaban simultáneamente de forma privada. Los médicos de AP seguimos discriminados respecto al hospital en la misma medida que antes.
  14.  No vamos a ahondar en la falta de medios de protección que hemos sufrido los profesionales sanitarios y sus consecuencias, pero sí queremos que conste que ahora que ya supuestamente no faltan, en numerosos centros no nos los facilitan con la periodicidad necesaria. También nos pone en grave riesgo a profesionales y pacientes que en algunos centros no se filtran los pacientes con síntomas compatibles con covid en la entrada, así entran por todas las dependencias, y nos llegan a los profesionales cuando no llevamos la indumentaria de protección necesaria.
  15. Los métodos coercitivos han aflorado en distintas formas. Desde cartas como la que nos dirigió el Gerente del SAS a los profesionales, hasta expedientes disciplinarios como el que el Gerente del Distrito Málaga ha abierto a nuestra presidenta. Y ello entendemos que va dirigido a que guardemos silencio sobre lo que ocurre.
  16.  No se ha incrementado sensiblemente el porcentaje de presupuesto destinado a la AP más que lo impuesto por las circunstancias de la pandemia y para dar respuesta a ella.

La actual situación ha puesto en evidencia el valor de la Sanidad Pública y de la Atención Primaria. Hemos tenido 40 años desde que se inició la reforma de la AP para  poder vislumbrar y experimentar la potencialidad de la AP. Son incalculables las vidas que podemos haber salvado o prolongado con nuestro trabajo, más aún ahora con la pandemia,  y necesitamos algo más que aplausos y palabras de agradecimiento para seguir haciéndolo y, sobretodo, para hacerlo bien.

La AP está llena de profesionales cargados de experiencia, conocimientos y compromiso decididos a avanzar en la reforma del sistema sanitario público con eje en la AP. El momento es AHORA, nos queda aún mucha pandemia que sufrir y que atender, aún con las vacunas, e indudablemente ésta no será la última. De hecho ya estamos inmersos en la siguiente pandemia que se  va a prolongar aún más años: la de los efectos colaterales del covid. Los médicos de Basta Ya estamos dispuestos y pidiéndolo a gritos, gran parte de la población también. ¿Lo está el actual gobierno andaluz o va a seguir mareando la perdiz y retrasando lo inevitable?.

El precio del retraso ha sido, es y seguirá siendo muy elevado.

Circular: 01/2020 Fecha: 1 de abril de 2020 De: Dirección Gerencia Servicio Andaluz de Salud A: Todos los/as profesionales, sanitarios/as y no sanitarios/as del Servicio Andaluz de Salud Asunto: Prohibición de comunicar datos sobre pacientes de Coronavirus COVID-19.

…Por todo ello, se les recuerda a todos los/as profesionales del Servicio Andaluz de Salud la obligación que tienen de guardar secreto sobre cualquier información a la que accedan, en el ejercicio de su actividad profesional, relativa a pacientes afectados por el coronavirus COVID-19, así como sobre aquellas materias que han sido reservadas, reglamentariamente, al ámbito del Ministerio de Sanidad. EL DIRECTOR GERENTE DEL SERVICIO ANDALUZ DE SALUD

Reunión con la Portavoz de Sanidad del PP en el Parlamento Andaluz

El pasado jueves 19 de noviembre de 2020, algunos miembros de la coordinadora de Basta Ya Andalucía han mantenido una reunión telemática convocada por Beatriz Jurado, diputada autonómica y actual Portavoz del Partido Popular en la Comisión de Salud y Familias del Parlamento Andaluz. Ha sido su intención conocer de primera mano la situación actual de la Atención Primaria en Andalucía a través de nuestra voz, la de los médicos y médicas que en ella trabajamos.

Para Basta Ya Andalucía es relevante el poder trasladar el sentir propio y la realidad última de nuestro día a día a las personas que trabajan y tienen en su mano propiciar los cambios que la Atención Primaria necesita.

No estamos muy acostumbrados a que se nos escuche y se muestre interés sincero por nuestras reivindicaciones y agradecemos enormemente el poder mantener un diálogo sereno y constructivo, lo preferimos a la confrontación. Es nuestra intención colaborar en lo posible en pos de un objetivo común, ese por el que esta asociación lleva años trabajando, y que no es otro que el de dar a la Atención Primaria el lugar que merece, más allá de las palabras.

Consideramos que es importante hablar, pero en el momento actual se hace imperioso el actuar, porque la transformación que la Atención Primaria necesita no puede retrasarse más, no nos queda tiempo. La situación de pandemia que estamos sufriendo no ha hecho más que debilitar al extremo al primer nivel asistencial y ahora, y cuando ésta pase, el papel de la Atención Primaria es y va a ser imprescindible para restablecer todo el daño colateral que nos va a dejar. Es una necesidad social implementar con urgencia los cambios necesarios.

Hay multitud de puntos que tendrán que abordarse para iniciar el cambio, algunos tan importantes como la organización del trabajo dentro de los equipos, la dotación adecuada de medios y personal de forma estable y con el adecuado reconocimiento, la optimización de la gestión promoviendo un liderazgo eficaz, una accesibilidad razonable y ordenada; y algo que para nosotros es prioritario, que es recuperar la figura del Médico de Atención Primaria como el especialista que siempre está, a la cabecera del paciente, y tiene el don de conocerlo mejor que nadie, porque ese es uno de los valores esenciales de la Atención Primaria. No se puede seguir mirando para otro lado mientras que los médicos de familia y pediatras que se forman en el Sistema Sanitario Público Andaluz no desean quedarse a trabajar en él, esto no deja de ser más que un signo evidente de fracaso en la gestión que se está haciendo.

Creemos que podemos aportar, porque tenemos conocimientos, tenemos ideas y tenemos mucha experiencia, la experiencia que nos da el sentir diariamente de forma consciente el latido cada vez más apagado de una Atención Primaria que agoniza.

Se ha dejado abierta una vía de diálogo que a nuestro entender es muy necesaria y queremos pensar que pueda llegar a ser también fructífera. Ojalá no quede en otra muestra más de acercamiento que no lleve a nada, porque no podemos permitírnoslo.

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