Últimamente la Atención Primaria está de moda. No sabemos si es que hemos conseguido convencer a la ciudadanía de su importancia ahora que nos han perdido, si por fin los sindicatos son conscientes del abandono de la lucha por sus trabajadores durante décadas, o simplemente se ha convertido en el arma perfecta partidista arrojadiza en las campañas electorales recientes y venideras.
Lo que sí sabemos los médicos y demás profesionales es que la Atención Primaria ha sufrido un abandono presupuestario, organizativo y reivindicativo por parte de casi todos los actores durante décadas.
Han pasado 42 años desde la Declaración de Alma Ata sobre la Atención Primaria (Kazajistán, 1978) que tuvo lugar durante una Conferencia Internacional promocionada por la Organización Mundial de la Salud y Unicef. Fue suscrita por 134 países y 67 organizaciones internacionales. En ella se pretendía sentar las bases para la construcción de nuevos sistemas sanitarios que permitieran el ejercicio pleno del derecho a la salud y donde los países protegieran el acceso a esta de todos reduciéndose la brecha entre ricos y pobres, con la premisa de que la salud es lo más esencial para la prosperidad individual y para un desarrollo económico y social sostenible. Con el lema “Salud para todos en el año 2000” los países, entre ellos el nuestro, se lanzaron a diseñar y organizar una Atención Primaria en cada uno de sus sistemas sanitarios de forma que esta vertebrara y fuera la garante de esos principios de universalidad, sostenibilidad, equidad, no discriminación y participación ciudadana, y ello mediante equipos multidisciplinares.
España hace mucho que se desvió del camino, incluso ha retrocedido gravemente. La desfinanciación de la Atención Primaria, la descapitalización de profesionales médicos y centrar casi en exclusiva en la atención en el diagnóstico y la curación de la enfermedad ha sido la tónica de los últimos 20 años. La participación ciudadana no ha pasado de ser una entelequia.
Durante la pandemia ha seguido así e incluso ha ahondando más en ello. Aunque se ha invertido dinero, este ha ido dirigido al cumplimiento de los protocolos para el covid (rastreos, PCR, test de Antígenos, vacunaciones masivas, control de bajas laborales….) en detrimento del resto de las funciones primordiales de la Atención Primaria que son la prevención, atención y rehabilitación de las enfermedades más prevalentes y con mayor repercusión en la salud de las personas, así como la promoción de la salud. La mayoría de lo no covid y lo poco que había de otras actividades preventivas y rehabilitadoras, y las no asistenciales como la formación, la docencia, la investigación y las reuniones de los equipos para organizarnos prácticamente han desaparecido, por no hablar de las actuaciones con la comunidad y la merma brutal de la atención presencial, incluso de la valoración del paciente con covid.
Cuando más enferma estaba la población, cuando más falta hacía una Atención Primaria fuerte, más nos han asfixiado y han convertido nuestro trabajo casi en una caricatura de lo que debiera ser. Los médicos estábamos dispuestos a darlo todo en una situación excepcional y, con el tiempo, esto se ha convertido en un mal sucedáneo de la Atención Primaria, en “sálvese el que pueda”, donde los jóvenes abandonan la especialidad o emigran y los mayores se quieren jubilar cuanto antes. A ninguno nos gusta esto.
En el contexto actual hay dos premisas erróneas en la defensa que se está haciendo de la Atención Primaria en algún sector que si se mantienen ahondarán en los graves fallos cometidos hasta ahora. Una es la multidisciplinaridad: los médicos no somos los únicos profesionales sanitarios, nosotros no tenemos que solucionar todas las demandas de atención sanitaria, ni en primer lugar ni de forma inmediata salvo si es una urgencia médica. La segunda es la distribución del tiempo por tareas y en la atención a cada paciente: lo de atender hasta 40 pacientes a destajo en la jornada impidiendo la realización del resto de nuestras funciones era y es una barbaridad inaceptable, para nosotros y para los pacientes.
Eso no es la Atención Primaria. Defenderla es conocerla bien y luchar porque sea lo que debiera ser.

Creo que la atención de los Servicios en la atención primaria, por parte de Médicos, ATS, no se puede realizar en una parte en visitas presenciales de menos de 8 minutos o en llamadas telefónicas, dónde no creo que se pueda valorar el estado real del paciente, por lo que creo que va siendo ya hora, de volver exclusivamente a las visitas presenciales exclusivamente tanto por los Médicos, así como por los ATS, en el control de los enfermos crónicos, diabéticos, respiratorios, etc., y con una ratio maxima de un paciente cada 10 o 15 minutos, lo que sería un máximo de unos 25 pacientes al día.
Si para ello hace falta aumentar el número de Médicos y ATS, se puede hacer, porque médicos y ATS en paro los hay, y están emigrando a otros Países Europeos, dónde les están ofreciendo mejores condiciones de trabajo y retribución económica, lo mismo que creo que se debería de acabar con la diferencia salarial entre las distintas Comunidades Autonómicas, a igual trabajo, igual sueldo a nivel Nacional.
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