Hace 42 años de la Conferencia Internacional de Alma Ata sobre la Atención Primaria de Salud (APS). Allí 134 países, entre ellos España, suscribieron una declaración que suponía un cambio de paradigma en el concepto de Salud. En ella se aspiraba a la “Salud para Todos en el año 2000” a través de la implantación y desarrollo en los países de una APS con un enfoque integral y que debiera ser la pieza angular de los sistemas de salud. Incluía, entre otras cosas,  la prevención y promoción de la salud, la necesaria participación comunitaria, el reconocimiento de los determinantes de salud y la equidad como resultado indiscutible de una salud que debía llegar a todos  con la suficiente calidad.

40 años más tarde, siguen sin cumplirse los objetivos establecidos.

Las intervenciones sanitarias, también en Andalucía, se han focalizado de manera mayoritaria en atender enfermedades concretas, en aspectos curativos de las enfermedades físicamente evidentes, en lo bio, en lo hospitalario,  en lugar de fortalecer la APS con presupuestos y medios que permitieran una atención más sostenible y con carácter integrador. Mientras, al mismo tiempo, se ha usado a la APS como un saco sin fondo para cubrir todas las deficiencias del sistema sanitario por eso de ser el eslabón cercano y accesible (donde lo sea), su carácter multidisciplinar y la extensa y variada formación de sus profesionales. Esta tendencia se ha puesto de manifiesto con la actual pandemia.

Actualmente la APS está siendo crucial para controlar la pandemia mediante las siguientes actuaciones:

1) La detección precoz y diagnóstico de los casos sospechosos y la toma de decisiones respecto a  los casos graves.

2) El seguimiento y tratamiento de los casos leves.

3) El rastreo de los casos y el aislamiento  de casos y contactos

4) El control de la pandemia en instituciones cerradas, colectivos y residencias.

5) La información, educación sanitaria y la resolución de miles de dudas sobre qué hacer.

6) El apoyo psicológico a pacientes y familias, seguimiento de duelos, y la intervención en las crisis sociales y económicas de individuos y familias.

 7) La vacunación: identificación de personas a vacunar, cita, administración de la vacuna, vacunación en domicilios e instituciones, vacunación a colectivos profesionales, seguimiento postvacunal, información y educación sanitaria sobre las dudas que han ido surgiendo y que siguen apareciendo.

8) Además, mantenemos el seguimiento de las patologías no COVID, las cuales ocupaban antes casi el 100% de nuestro trabajo y que ahora han quedado relegadas en parte por la gravedad de la situación y la falta manifiesta de recursos para la APS. Suponiendo esto una importante merma de la equidad para las clases medias y para las más desfavorecidas y vulnerables que no pueden acceder a la solución de sus problemas pagando una alternativa en la sanidad privada, que, por otra parte, ha crecido exponencialmente.

En 2018, 193 países asistieron a la Conferencia de Astaná. En ella se reiteró la necesidad de aumentar la inversión en la APS y tomar medidas expresamente encaminadas a reforzar la calidad, la equidad y la eficiencia en los sistemas de salud. La Declaración dice, entre otras cosas,  lo siguiente:

 “Estamos convencidos de que el fortalecimiento de la atención primaria de la salud es el enfoque más inclusivo, eficaz y efectivo para la mejora de la salud física y mental de las personas, así como su bienestar social, y que la atención primaria de la salud es la piedra angular de un sistema de salud sostenible para la cobertura sanitaria universal”

Proporcionaremos y asignaremos debidamente recursos humanos y de otro tipo para fortalecer la atención primaria de la salud. Aplaudiremos el liderazgo y ejemplo de los gobiernos que han demostrado apoyar firmemente la atención primaria de la salud”

La atención primaria de la salud será accesible, equitativa, segura, de alta calidad, integral, eficiente, aceptable, asequible, estará disponible y prestará servicios integrados y continuos centrados en la persona y que tienen en cuenta las cuestiones de género. Nos esforzaremos por evitar la fragmentación y garantizar un sistema funcional de derivación entre la atención primaria y otros niveles de atención. Nos beneficiaremos de una atención primaria de la salud sostenible que mejore la resiliencia de los sistemas de salud para prevenir y detectar las enfermedades infecciosas y los brotes y responder a ellos.”

Recomendamos la atenta lectura del documento íntegro en el enlace https://www.who.int/docs/default-source/primary-health/declaration/gcphc-declaration-sp.pdf

En Andalucía, en la situación actual de grave crisis sanitaria, y lo que se avecina a corto y largo plazo de necesidades de salud, debemos plantearnos algunos interrogantes:

¿Cómo está organizado el sistema sanitario público? ¿Seguimos en un modelo hospitalocentrista?

¿Cómo está organizada la APS? ¿Ofrecemos calidad y somos eficaces y eficientes?

¿Qué cartera de servicios debe fortalecer, reorientar e incorporar la APS?

¿Trabajamos en ella de forma multidisciplinar y en equipo? ¿Ha desarrollado la enfermería de familia y pediátrica andaluza todo su potencial o está desaprovechada manteniendo un modelo centrado en el médico y en una enfermería no especializada?

¿Estamos dando una atención integral, podemos practicar la prevención y promoción de salud,  podemos darla con los recursos de que disponemos?

¿Los planes de estudio de las carreras del área de la salud incluyen la APS como eje transversal? ¿Se le da el prestigio académico y social que requiere?

¿Están cuidando a sus profesionales para que queden?  ¿Se nos mantiene con menores sueldos, tiempos de asistencia imposibles, cargas de trabajo inasumibles y faltos de recursos materiales y diagnósticos?

¿Qué importancia tiene la APS para nuestros gobernantes más allá de las palabras emitidas en los discursos y las promesas electorales? ¿Se está haciendo un esfuerzo real por resolver las carencias de la APS andaluza?

La pregunta final es ¿Cuánto estamos invirtiendo de nuestro presupuesto en la APS? ¿Es suficiente?

Los profesionales médicos de la APS no podemos continuar con la presión de la exigencia pasada, presente y futura, y la escasez de recursos que tenemos. Es hora de que en Andalucía entre todos nos planteemos qué APS queremos tener y qué esfuerzo estamos dispuestos a emplear para ello.

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