Ya desde antes de la pandemia los médicos de familia de Andalucía veníamos quejándonos de nuestra situación hasta llegar a la huelga. Implorábamos una solución a la sobrecarga que sufríamos, el intolerable y peligroso número de pacientes que se nos obligaba a atender cada día, los pocos minutos que nos adjudicaban por consulta, y un sinfín de deficiencias que no parecieron importar a nuestros gobernantes. No se nos oyó. Y muchos huyeron.
Hace ya dos años, en Andalucía se produjo un cambio de gobierno. Este nuevo gobierno prometía cambios a muchos niveles y entre ellos en un pilar tan importante para la sociedad como la sanidad. Teníamos esperanza (por desgracia, tras casi 40 años, ya la habíamos perdido del todo con los anteriores gobernantes). Y en estas, llegó la pandemia.
Entre la multitud de temas que precisan cambios de forma urgente está el papel de la enfermería de los centros de salud en la atención de los pacientes con procesos agudos (y no solo de los crónicos y las emergencias), siempre desde el ámbito de sus competencias profesionales.
La Consejería organizó grupos de trabajo con la participación de médicos y enfermeros y de sus sociedades científicas. El fruto de ellos ha sido la elaboración de una serie de protocolos de apoyo a la labor de enfermería en el abordaje de procesos de salud de baja complejidad.
Añadido a ello, la Consejería ha elaborado una estrategia llamada Consulta de Acogida de Enfermería para evaluar cuándo, cómo y quien atiende a los pacientes que acuden al centro de salud sin cita con un problema de salud. El proceso se inicia cuando un paciente solicita atención inmediata sin cita, si es algo administrativo lo resuelve el profesional administrativo que le atiende al llegar, y si es un problema clínico lo pasa a un enfermero que es el encargado de hacer una primera valoración y decidir si es perentoria la atención en el momento, con o sin la colaboración del médico, o si por el contrario lo adecuado es que le atienda su médico o enfermero de familia habitual con cita en un tiempo que dependerá del estado del paciente.
Este sistema tiene varias ventajas. Descarga al administrativo de tomar la decisión clínica de a quién corresponde atender al paciente, que ante la duda por si acaso casi siempre acababa en el médico. Descarga al médico de labores que le sobrecargan innecesariamente y puede dedicar más tiempo a quien más lo necesita. Permite aprovechar la capacitación de los enfermeros en la atención a problemas poco complejos. Permite filtrar y ordenar la asistencia en función de la gravedad y la necesidad, no del miedo del paciente a tener algo grave sin serlo, o del oportunismo y comodidad de los que se saltan los circuitos establecidos en detrimento de los que sí los cumplen y/o de los que están más necesitados de atención. El sistema de triaje, evaluar la gravedad, funciona en los hospitales desde hace años, y lo lleva a cabo enfermería con excelentes resultados. La atención a problemas de salud poco complejos también funciona muy bien en otros países y otras comunidades autónomas. Poner en funcionamiento todo el ámbito competencial que figura en el grado universitario de enfermería al servicio de la ciudadanía y en aras de mejorar el sistema sanitario en su conjunto es muy deseable y una necesidad.
En resumen: La accesibilidad en Atención Primaria, siendo uno de sus pilares fundamentales, se ha desvirtuado y pervertido a lo largo de los años, confundiendo necesidad de atención sanitaria con “prisas”. Se venía dando prioridad a la atención a la comodidad individual frente a la necesidad de atención a la población en su conjunto, a los resultados en salud e incluso a los mínimos estándares de calidad profesional. Se venía imponiendo en muchos casos lo que denominamos como “ley de cuidados inversos”, donde una minoría hiperdemandante (y a la vez lo suficientemente preparada para activar los “resortes” adecuados que el sistema le facilita) se impone a las necesidades de salud de las personas más necesitadas, las cuales pueden quedar postergadas y sufrir una merma significativa en la atención.
Es necesario organizar un nuevo sistema de accesibilidad donde se priorice a quien más lo necesita, y donde el médico deje de ser el primer, y muchas veces único, contacto del paciente con el sistema sanitario (un despilfarro), abriendo el marco de actuación sanitaria allá donde el resto de categorías profesionales tienen su campo de actuación. Con ello conseguiríamos los mejores resultados en salud posibles y aumentar la satisfacción de los pacientes y los profesionales, al tiempo que se agilizaría la respuesta a las necesidades más acuciantes.
Andalucía, a 10 de febrero de 2021